Pero Traveler no dormía, después de una o dos tentativas la pesadilla lo seguía rondando y al final se sentó en la cama y encendió la luz. Talita no estaba, esa sonámbula, esa falena de insomnios, y Traveler se bebió un vaso de caña y se puso el saco del piyama. El sillón de mimbre parecía más fresco que la cama, y era una buena noche para seguir estudiando a Ceferino Piriz.
Dans cet annonce ou cante -decía textualmente Ceferino- ye reponds devam ou sur votre demande de suggérer idées pour UNESCO et écrìt en el journal «El Diario» de Montevideo.
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