En Hyrcania, la plebe alimenta perros públicos: los grandes y nobles perros domésticos. Ya sabes que en aquellas tierras se da una de las mejores castas de perros. Y estos perros los cría cada uno según sus facultades, para que después de la muerte los devoren, y creen que ésta es la mejor sepultura.
Cicerón, Cuestiones Tusculanas, libro primero.
End of title
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.