Los caudillos que fueron a una mano y a otra de la costa, habiendo cada cual de ellos caminado por ella más de una legua, se volvieron a los suyos, y los unos trajeron un medio plato de barro blanco de lo muy fino que se labra en Talavera, y los otros una escudilla quebrada del barro dorado y pintado que se labra en Malasa, y dijeron que no habían hallado otra cosa y que eran muy buenas señales y muestras de estar en tierra de españoles, porque aquel barro, el uno y el otro, era de España, y que era prueba de lo que decían.
Con lo cual se regocijaron mucho todos los nuestros e hicieron gran fiesta teniendo las señales por ciertas y dichosas conforme al deseo de ellos.
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