Apadrina el gobernador a Casquín dos veces y hace amigos los dos curacas
El gobernador, antes que Casquin respondiese, preguntó a los intérpretes qué era lo que Capaha había dicho y, habiéndolo sabido, le dijo que los españoles no habían venido a sus tierras para los dejar más encendidos en sus guerras y enemistades que antes estaban, sino para ponerlos en paz y concordia, y que del enojo que los casquines le habían dado tenía él mismo la culpa por no haber esperado en su pueblo cuando los castellanos vinieron a él, o por no le haber enviado algún mensajero al camino, que, si lo hiciera, no entraran sus enemigos en su pueblo ni en su término y, pues el daño pasado lo había causado su propia inadvertencia, le rogaba tuviese por bien de perder la saña y olvidar las pasiones que los dos hasta aquel día habían tenido, y de allí adelante fuesen amigos y buenos vecinos, y que esto les pedía y encargaba a los dos, como amigo de ambos, y si era menester, se lo mandaba so pena de tener por enemigo al que no le obedeciese.
Capaha respondió al gobernador que, por habérselo mandado su señoría y por servirle, holgaba de ser amigo de Casquin, y así se abrazaron como dos hermanos, mas el semblante de los rostros ni el mirarse el uno al otro no era de verdadera amistad.
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