Entre tanto que los curacas maquinaban su traición, el Inca Huayna Cápac y su Consejo entendía[n] en el gobierno y vida política de aquellas naciones, que por la mayor parte se gastaba más tiempo en esto que en sujetarlos.
Para lo cual fue menester enviar ciertos capitanes de la sangre real a las naciones que vivían en tierra firme, para que, como a todas las demás de su Imperio, las doctrinasen en su religión, leyes y costumbres; mandóles llevasen gente de guarnición para presidios y para lo que se ofreciese en negocios de guerra.
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