Hay otra fruta muy buena, que los españoles llaman pepino, porque se le parece algo en el talle, pero no en el gusto ni en lo saludable que son para los enfermos de calenturas, ni en la buena digestión que tienen; antes son contrarios a los de España; el nombre que los indios les dan se me ha ido de la memoria; aunque fatigándola yo en este paso muchas veces y muchos días, y reprendiéndola por la mala guarda que ha hecho y hace de muchos vocablos de nuestro lenguaje, me ofreció, por disculparse, este nombre: cácham, por pepino; no sé si me engaña, confiada de que por la distancia del lugar y ausencia de los míos no podré averiguar tan aína el engaño; mis parientes, los indios y mestizos del Cozco y todo el Perú, serán jueces de esta mi ignorancia y de otras muchas que hallarán en esta mi obra; perdónenmelas, pues soy suyo, y que sólo por servirles tomé un trabajo tan incomportable como esto lo es para mis pocas fuerzas (sin ninguna esperanza de galardón suyo ni ajeno); los pepinos son de tres tamaños, y los más pequeños, que tienen forma de corazón, son los mejores; nacen en matas pequeñas.
Otra fruta, que llaman chili, llegó al Cozco año de mil y quinientos y cincuenta y siete; es de muy buen gusto y de mucho regalo; nace en unas plantas bajas, casi tendidas por el suelo; tienen un granujada por cima, como el madroño, y es del mismo tamaño, no redondo sino algún tanto prolongada en forma de corazón.
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