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Cuarta fiesta; sus ayunos, y el limpiarse de sus males

La cuarta y última fiesta solemne que los Reyes Incas celebraban en su corte llamaban Citua; era de mucho regocijo para todos, porque la hacían cuando desterraban de la ciudad y su comarca las enfermedades y cualesquiera otras penas y trabajos que los hombres pueden padecer: era como la expiación de la antigua gentilidad, que se purificaban y limpiaban de sus males.
Preparábanse para esta fiesta con ayuno y abstinencia de sus mujeres; el ayuno hacían el primer día de la luna del mes de septiembre, después del equinoccio; tuvieron los Incas dos ayunos rigurosos, uno más que otro: el más riguroso era de sólo maíz y agua, y el maíz había de ser crudo y en poca cantidad; este ayuno, por ser tan riguroso, no pasaba de tres días; en el otro, más suave, podían comer el maíz tostado y en alguna más cantidad, y yerbas crudas, como se comen las lechugas y rábanos, etc., y ají, que los indios llaman uchu, y sal, y bebían de su brebaje, mas no comían vianda de carne ni pescado ni yerbas guisadas, y en el [un] ayuno y en el otro no podían comer más de una vez al día.