Requieren a Cuismancu; su respuesta y capitulaciones
El gran señor Cuismancu estaba apercibido de guerra, porque, como la hubiese visto en su vecindad, temiendo que los Incas habían de ir sobre sus tierras, se había apercibido para las defender.
Y así, rodeado de sus capitanes, y soldados, oyó los mensajeros del Inca y respondió diciendo que no tenían sus vasallos necesidad de otro señor, que para ellos y sus tierras bastaba él solo, y que las Leyes y costumbres que guardaban eran las que sus antepasados les habían dejado; que se hallaban bien con ellas; que no tenían necesidad de otras leyes, y que no querían repudiar sus dioses, que eran muy principales, porque entre otros adoraban al Pachacámac, que, según habían oído decir, era el hacedor y sustentador del universo; que si era verdad, de fuerza había de ser mayor dios que el Sol, y que le tenían hecho templo donde le ofrecían todo lo mejor que tenían, hasta sacrificarle hombres, mujeres y niños por más le honrar, y que era tanta la veneración que le tenían, que no osaban mirarle, y así los sacerdotes y el Rey entraba[n] en su templo a le adorar, las espaldas al ídolo, y también al salir, para quitar la ocasión de alzar los ojos a él, y que también adoraban al Rímac, que era un dios que les hablaba y daba las respuestas que le pedían y les decía cosas por venir.
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