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El Inca daba la principal insignia y un pariente las demás

Hecha esta ceremonia, daban aviso al Rey, el cual venía acompañado de los más ancianos de su real sangre, y, puesto delante de los noveles, les hacía una breve plática, diciéndoles que no se contentasen con las insignias de caballeros de la sangre real para las traer solamente y ser honrados, sino que con ellas, usando de las virtudes que sus antepasados habían tenido, particularmente de la justicia para con todos y de la misericordia para con los pobres y flacos, se mostrasen verdaderos hijos del Sol, a quien, como a su padre, debía[n] asemejar en el resplandor de sus obras, en el beneficio común de los vasallos, pues para les hacer bien los había enviado del cielo a la tierra.
Pasada la plática, llegaban los noveles uno a uno ante el Rey, y, puestos de rodillas, recibían de su mano la primera y principal insignia, que era el horadar las orejas, insignia real y de suprema alteza.