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El servicio y ornamento de las escogidas y que no las daban por mujeres a nadie

Las que se dedicaban para el Rey presente, muerto él se llamaban madres del sucesor, y entonces les daban el nombre Mamacuna con más propiedad, porque ya eran madres, y éstas doctrinaban y guardaban las que entraban para concubinas del nuevo Inca, como suegras o nueras. Tenía cada convento de éstos su gobernador, el cual había de ser Inca; tenía mayordomo y despensero y los demás oficios necesarios para el servicio de las mujeres del Rey, que, aunque concubinas, las llamaban mujeres por la honestidad del nombre.
En todas las casas de las doncellas escogidas para el Inca, la vajilla y los demás vasos de servicio eran de plata y oro, como los había en la casa de las mujeres del Sol y en su famoso templo, y como los hubo (según diremos) en las casas reales; que, hablando en suma, se puede afirmar que toda la riqueza de oro y plata y piedras preciosas que en aquel grande imperio se sacaba no se empleaba en otra casa sino en el adorno y servicio de los templos del Sol, que eran muchos, y de las casas de las vírgenes, que por consiguiente eran otras tantas, y en la suntuosidad y majestad de las casas reales que fueron muchas más.