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La veneración en que tenían las cosas que hacían las escogidas, y la ley contra los que las violasen

Todas estas cosas hacían las monjas de sus manos en mucha cantidad para el Sol, marido de ellas.
Y porque el Sol no podía vestir ni traer aquellos ornamentos, se los enviaban al Inca, como a hijo legítimo y natural y heredero que decían ser suyo, para que él los trajese.