De lo que arregló Teodoro, y de lo que hizo Martín
Como Martín y Teodoro se convencieron de que nada había de hacer por ellos el arzobispo, determinaron por sí mismos y a toda costa libertar a sus mujeres.
Teodoro pensó en Santiago, su viejo conocido, el que lo había introducido en las cárceles para ver a don José de Abalabide, y se dirigió en su busca.
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