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Moderate

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De cómo Luisa sufrió una gran desgracia

En uno de los aposentos de la casa de Arellano se encontraban reunidos el viejo don José de Abalabide, don Pedro de Mejía y don Carlos de Arellano.
En las facciones del anciano don José podía advertirse una agitación febril. Volvía con impaciencia las hojas de un grueso libro forrado en pergamino que tenía colocado en una mesa delante de sí; a su lado, a pocos pasos, en una gran retorta de cristal, colocada dentro de una vasija de agua que hervía al fuego lento de un brasero, había un líquido negro pero transparente y que daba, de cuando en cuando, herido por los rayos de luz que penetraban por una gran ventana, destellos rojos o dorados. Don Pedro y don Carlos le contemplaban casi con respeto.