-Sabe vuesa merced, madrina -decía Felipe a doña Fernanda- que teniendo nosotros en nuestra mano a la dicha doña Juana, y pudiendo presentarla al virrey, sería mal paso darle entrada en el negocio a don Cristóbal de Portugal para que fuese él quien mayor provecho sacase, y no le dijera al de Villena ni nuestros nombres.
-Pero ¿podemos estar seguros de que doña Juana amará al virrey?
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