Algunos días habían pasado desde que doña Juana recibió la carta de don Martín de Malcampo, y la joven, obedeciendo a su padre, se presentó en la ventana con la cinta verde en el peinado.
Pero don Gaspar no se atrevió a referir a su hija la escena que había pasado con Daniel, ni el terrible conflicto en que se encontraba.
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