Doña Juana había recibido, al tiempo de separarse don Guillén en la última entrevista de ambos amantes, una carta que pusieron entre las rejas de su ventana; creo que no lo habrá olvidado el lector, y preciso será también que sepa lo que esa carta contenía.
Era una esquela cuidadosamente doblada y envuelta en una cinta de seda verde.
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