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El hijo de Méndez

A la espalda de la casa de don Gaspar Henríquez, en la calle paralela a la en que él habitaba, había una casa tan grande como triste, conteniendo un gran número de cuartos y viviendas repartidos en tres patios, y una multitud de vecinos; pero todos, en apariencia, de la clase más infeliz de la sociedad.
El patio principal debió, en otro tiempo, haber sido jardín, pues que aún se conservaban algunos arriates, y sobrevivían algunos árboles, desgraciadamente descuidados. En el centro una gran fuente proveía de agua a los vecinos, y cerca de la entrada, una malísima estatua de piedra, queriendo representar a San Pablo, recibía algunas veces las ofrendas de flores de las beatas que allí vivían; pero, sin duda, por aquella imagen la casa se llamaba de San Pablo, y así era conocida en toda la ciudad.