Page 1 of 2
87
144
Easy

7
Continúa el anterior

El quemadero estaba rodeado de una muchedumbre inmensa: en las calles, en las ventanas, en los terrados, en las ramas de los árboles, en todas partes había espectadores ansiosos de ver a los «quemados».
Y aquello para los espectadores no tenía el aspecto sólo de una diversión; era, además, un acto religioso porque no faltó un Papa que concediera algunos años de indulgencia a todos los cristianos que con devoción acudiesen a ver quemar a algún hereje; de modo que muchos en aquella tarde estaban ganando la indulgencia.