El paje que había recibido de mano de don Guillén el escrito que éste dirigía al virrey, pero que dijo ser un pliego llegado de La Habana con noticias importantes, subió precipitadamente las escaleras del Palacio, pensando en las buenas albricias que iba a darle S. E.
Tres o cuatro caballeros jugaban a las cartas en la casa de don Ramiro de Fuenleal, que estaba, como dijimos al principio de este libro, dentro del Palacio mismo.
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