Transcurrieron varios días en aquella especie de lucha. Don Guillén procurando ganar el corazón de Diego Pinto y adquirir confianza con él; y éste, por su parte, resistiéndose a entrar en intimidad con don Guillén.
Un día, don Guillén que anhelaba el momento de entrar en conversación con su misántropo compañero, observó que éste tenía mejor humor que de costumbre, porque le oyó cantar en voz baja, cosa muy extraña en él, de continuo sombrío y silencioso.
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