No dejaba don Guillén de la mano el proyecto de fuga; pero llegó a convencerse de que era imposible llevarlo a cabo si no alcanzaba a tener un compañero que le auxiliase, porque lo que uno solo no podía ejecutar, entre dos sería quizá más fácil.
Tenía, pues, necesidad de proporcionarse este compañero, obligando a los inquisidores, o a pasarle a él a otro calabozo o a darle compañía; y cualquiera que fuese el hombre con quien llegase a reunírsele, don Guillén tenía la más completa seguridad de dominarle, con más o menos trabajo, hasta hacerle cómplice de su proyectada fuga.
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