El hijo de Méndez no tardó mucho en cobrar en la casa de Daniel el dinero que don Gaspar le había regalado. Felipe tenía ya algo avanzado en el camino de la riqueza. Pero la codicia es la verdadera hidropesía del espíritu, porque le vuelve insaciable.
La muerte de don Martín le había producido a Felipe bastante utilidad; pero él creyó que la podía hacer aún más productiva.
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