Martín tenía cita pendiente para la noche con el mendigo. Pensaba desembarazarse de don Baltasar de Salmerón, arreglar sus negocios para emprender el viaje a Acapulco el día siguiente, y por fin asistir en la tarde a Palacio para salir airoso del lado del virrey.
Muchos negocios eran éstos; pero Martín no era hombre que mirase obstáculos y determinó terminarlos todos satisfactoriamente.
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