En el que termina el que trata del casamiento de doña Esperanza
Doña Esperanza no pudo resistir más y cayó desmayada en los brazos de la vieja, que la retiró violentamente del lugar en que estaban. Cuando volvió en sí, se encontró en otra estancia y sentada en un gran sitial, con una ventana abierta enfrente y la vieja doña Catalina haciéndole aire con un gran abanico chino.
-¡Ay Dios mío! -exclamó la joven sin comprender aún lo que sucedía.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.