En el que Martín y Teodoro vuelven a perder la pista
Teodoro caminó sin descansar hasta volver a su casa, había estado ausente más de seis horas y Garatuza, que le aguardaba, se desesperaba ya de su tardanza Por fin le vio llegar cansado, lleno de polvo, pero con el rostro alegre y placentero, como señal de que llevaba una buena noticia.
-Albricias, amigo mío, albricias -dijo arrojándose en un sitial.
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