Don Leonel y Martín anduvieron en vano toda la noche; nadie les daba la menor noticia y como no conocían siquiera las señas del carruaje, sus preguntas y sus pesquisas eran más vagas.
Cansados, desesperados, sin saber qué hacer, regresaron muy cerca de la madrugada a la casa de Garatuza.
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