Doña Ana conoció que estaba perdida; el Indiano había descubierto, sin saber ella cómo, la carta anónima que había escrito al marqués de Mancera denunciando a don Enrique como pirata; además de esto, doña Marina estaba ya en México. Doña Ana, pues, había perdido la esperanza de ser la esposa o la dama de don Diego.
Entonces pensó en vengarse, en perder a don Enrique y a don Diego, a toda costa, a todo riesgo.
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