Pedro Juan de Borica había procurado en vano calmar su pasión, luchar contra ese torrente de amor que sentía en su pecho por la hija de la señora Magdalena, olvidarla y buscar la paz y la felicidad en el hogar doméstico.
Los primeros días después de las escenas violentas que tuvieron lugar entre la señora Magdalena y su hija, Pedro Juan se sintió tan profundamente disgustado, que creyó que había llegado el momento de su curación.
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