Paulita refirió a don Diego cuanto sabía, esto es, que el Jején debía asesinar a don Enrique, y que a instancias de ella le había salvado; que don Justo le creía muerto, porque así se lo había hecho creer el Jején, y que ese don Justo vivía e iba precisamente a casarse con una joven que estaba recién llegada a la Nueva España.
El Indiano comenzó a ver en esto algo de la verdad; pero no comprendía aún la verdadera causa de la persecución de don Justo contra don Enrique; y así es que determinó ir en persona al siguiente día a hablar con don Justo, valiéndose de algún arbitrio para aclarar la verdad.
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