Page 1 of 2
115
119
Easy

11
El hilo de Ariadna

El indiano volvió a su casa decidido a emprender con todo ardor la empresa que le había confiado el virrey; pero necesitaba encontrar el extremo del hilo para penetrar en el laberinto. Lo primero que le ocurrió naturalmente, fue dirigirse a don Enrique, suponiendo que él sabría algo.
Don Enrique esperaba impaciente el término que había señalado don Diego para poder retirarse de México. La vida que el joven iba a llevar durante aquellos días, no podía ser más triste; encerrado, oculto, sin más compañía que los tristes recuerdos del pasado y las negras nubes del porvenir, don Enrique tenía momentos en que creía volverse loco o faltar a la palabra que había dado al Indiano.