Gobernaba aún el marqués de Mancera en la Nueva España, en 1669, y aquel gobierno era notable por su prudencia. La colonia estaba tranquila, y sólo turbado el reposo de sus moradores por las noticias que día a día llegaban de los robos y crueldades de los piratas.
Los navíos de guerra españoles eran ya impotentes para garantizar al comercio de las Américas el envío de mercancías o caudales, y llegaba ya la audacia de los piratas hasta vender en el mismo puerto de Vera-Cruz las mercancías.
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