El siniestro acontecimiento del navío inglés causó en el ánimo del almirante y de todos los suyos tan penosa impresión, que sólo en él pensaron durante muchos días, y doña Marina alcanzó una tregua en sus padecimientos.
Morgan se dirigió con su armada a la Tierra Firme, y pareció no pensar en la joven, que seguía prisionera en el navío "Almirante".
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