Así dice el vulgo, de una persona que anda de aquí para allá, y así diremos nosotros de nuestros lectores, a quienes hacemos caminar y retroceder, ir y venir; pero esto, además de que es cosa guisada en las novelas, suponemos fundadamente que ni los cansa ni los expone a los riesgos del camino; cuando más, los fastidiará; pero ¿qué hemos de hacer? paciencia y barajar.
Llegamos otra vez a la costa, y estamos en San Luis, en la casa cural, y en la recámara del herido.
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