Alejandra no acudió a la cita que le había dado la tía Úrsula: en vano la buena vieja hizo más viajes al arroyo de los que necesitaba, y acarreó tanta agua como si tratara de apagar el incendio de su casa.
La mañana se pasó sin haber visto a la muchacha, y llegó por fin la tarde de aquel día, y la tía Úrsula iba creyendo ya que no vendría Alejandra, cuando la vio cruzar delante de su casa.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.