Tan preocupados salieron Caralmuro y sus compañeros de la casa de don Celso, que apenas se acordó el primero de ofrecer a Jorge la suya, ni decirle nada de lo que se había descubierto respecto a su nacimiento.
Jorge montó a caballo y se dirigió al colegio de Minería, donde estaba el cuartel general: al pasar por la gran plaza de la Constitución, conoció a Mondragón, que caminaba a pie, llevando a Leonor del brazo.
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