El Cacomixtle corría para el mesón con todas sus fuerzas; no sólo por escapar de don Celso, sino por llegar pronto a llevar a las mujeres aquellas provisiones, y no cabía en sí, al pensar lo contentas que se iban a poner cuando él llegase, y les presentase todo aquello.
Margarita y Alejandra esperaban impacientes al Cacomixtle, para contarle sus buenas noticias y para llevárselo consigo, en cuanto don Plácido volviera trayendo la ropa, y todo lo necesario para irse a la casa del padre de Alejandra.
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