Desde que la Guacha refirió su historia al cura de San Luis, no hemos tenido ocasión de volver a entrar en la casa de don Felipe Mondragón, pero los acontecimientos nos conducen allá, y es preciso volver a visitarle.
La habitación de don Felipe respiraba todo el aire de tristeza y abandono que era consiguiente a la disposición de ánimo de su dueño.
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