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se le va la liebre, a pesar de tan diligente y cuidadosa como era el ama
del señor cura, una mañana de verano se olvidó de cerrar la puertecilla
de la jaulica en que estaba prisionero un gorrioncillo alegre y
cantador, que hacía más de un año formaba las delicias de los humildes
habitantes de la casa cural.
en el vuelo, pesadamente hendía el aire, desfallecía a cada instante,
tropezaba con los tejados y se estremecía de terror oyendo los gritos
del ama, que decía a los vecinos el rumbo que seguía el fugitivo y la
torpeza con que volaba.
una vez satisfecho, sintió la gratitud por aquel beneficio, y procuró
recordar algo de lo que había oído decir al señor cura, para repetírselo
a su benefactor. El gorrioncillo era joven, tenía buena memoria, y poco
trabajo le costó hallar lo que buscaba.
Tapia, y que titula «Relación de algunas cosas de las que acaecieron al
muy ilustre señor don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se
determinó a ir a descubrir en la tierra firme del mar Océano», y la cual
relación fue publicada por don Joaquín García Icazbalceta en la Colección de documentos para la historia de México, el año de 1866, en el tomo II, página 592, se lee el siguiente párrafo, con el que puede cerrarse esta narración:
estando en Coyoacán, le llevaron del puerto un poco de arroz; iban entre
ellos tres granos de trigo; mandó a un negro horro que los sembrase;
salió el uno, y como los dos no salían, buscáronlos y estaban podridos.
El que salió llevó cuarenta y siete espigas de trigo. De esto hay tanta
abundancia, que el año 39 yo merqué buen trigo, digo extremado, a menos
de real la hanega; y aunque después al marqués le llevaron trigo, iba
marcado y no nació. De este grano es todo, y hase diferenciado por las
tierras do se iba sembrando, y uno parece lo de cada provincia, siendo
todo de este grano.