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bordo del Scotia, en un viaje que hicimos de Liverpool a Nueva York.
Estaba siempre sobre la cubierta envuelto en una especie de bata,
mostrando unas babuchas de tela tan extraña como la de la bata, con el
rojo tarbuch inclinado hacia atrás. No leía, pero meditaba; su
larga y rizada barba blanca le cubría la mitad del pecho, y sus grandes
ojos negros se escondían debajo de las cejas, tan largas y pobladas que
parecían dos alas de pichón blanco.
(bendígale Dios) que en los tiempos del profeta Mahoma (complázcase
Allah con él), los compañeros del Profeta, Alí, Abi-Talib y Jalid,
vencieron al rey Almohalhal, y después que llegaron los creyentes y
arrasaron la ciudad y cautivaron a sus habitantes, Jalid, el vencedor de
las batallas, encontró sobre un montón de ruinas, y en medio de
cadáveres de los infieles, a una niña que no tenía más edad que dos
años.
los vencedores y a los vencidos, y oyendo las maldiciones de los
descreyentes y las alabanzas de Dios. Jalid acercóse a la niña, y la
levantó y la puso delante de él en su caballo, y la sacó del combate,
procurando cubrir su desnudez con la banda de su turbante, porque la
niña era muy pequeña, y Jalid no quería cubrirla con ropas que
estuvieran impuras con la sangre de los infieles.
la niña se hizo una doncella, y era tan hermosa como las más hermosas de
las hijas de los creyentes, y los hombres más ricos y los más valerosos
la pedían a Jalid para casarse con ella; pero ella nunca quiso casarse,
y siempre ponía plazos que nunca llegaron a cumplirse.
miraba nadie, unos rayos de luz tan terribles, como si los encendiera
Haritsú, el enemigo de Dios y de los hombres; y pusieron a la niña de
nombre Halima, en memoria de la mujer que había criado al Profeta, y
seguía viviendo en la casa de Jalid, en donde no sobraban las riquezas,
pero llegaban las bendiciones de Dios y de su enviado.
descubierto en su casa: que en la noche le había parecido oír ruidos en
los aposentos de las mujeres, y que, inspirado por el Profeta, levantóse
de su cama y salió sigilosamente, y vio que una de las mujeres, vestida
de blanco, se separaba de la casa y caminaba apresurada; siguióla, y
atravesaron largo trecho hasta llegar a un cementerio, y allí la mujer
que había salido de la casa de Jalid se unió a un grupo de viejas lamias
y de espíritus malos, que comenzaron a profanar las sepulturas,
celebrando con los cadáveres el más repugnante de los banquetes. Y
cuando ya la luz del día estaba próxima, los malos genios y las lamias
desaparecieron, y la mujer, al regresar a su casa, cruzó delante de
Jalid, que estaba oculto, y Jalid conoció a la doncella Halima, de la
raza de Almohalhal (maldígalo por siempre Alá).
vez tomó la figura de Salomón para engañar a sus súbditos, y que era muy
sabio y muy malo, dijo a la doncella cuando la enterraron: «¡Oh Halima,
no temas, que yo te sacaré viva y delante de tus enemigos!». Y cuando
la tierra hubo acabado de cerrarse sobre la doncella, Haritsú quiso
levantarla y sacarla a la superficie; pero la maldición del Profeta
pesaba encima como un mundo de bronce, y todos los esfuerzos del maldito
fueron inútiles, y a través de la tierra pasaban sólo las carnes de la
doncella como brotes de hierba, y entonces se convirtió en una de estas
plantas que llamáis madreselva.