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cuadrúpedos; llegó a cansarse de la leona, su casta esposa, y buscando
medios para repudiarla, o cuando menos de pedir el divorcio, vino a
descubrir que el mal aliento de la regia dama causa era, según la
opinión de distinguidos jurisconsultos de su reino, más que suficiente
para pedir la separación y quedar libre de aquel yugo matrimonial que
tanto le pesaba.
segundo día, y con acuerdo de su real esposa, a los principales
personajes de la corte; y los dos consortes pasaron la noche en cuevas
muy apartadas para evitar una escena matrimonial, peligrosa en aquella
ocasión en que la monarquía no estaba de lo más bien asegurada.
sentenciar, introdujo sus narices en las regias fauces que, con
democrática humildad, abría la leona: aspiró dos o tres veces, y en
seguida, adivinando el pensamiento del monarca, y después de haber hecho
ese gesto que le es característico, arrugando la nariz, levantando el
belfo superior de un lado, enseñando los dientes y mirando al cielo con
un ojo, dijo con acento dogmático:
reculando de palacio por no mostrar a sus majestades la cola u otras
cosas. Pero no había caminado veinte pasos, cuando la leona, pretextando
cualquier negocio, salió por una puerta excusada, y en un decir Jesús
lo hizo cuartos, y volvió después tranquilamente a la sala del trono.
personajes que en ellas habían intervenido, cuyos caracteres ha
estudiado tan acertadamente el famoso P. Valdecebro en su tan curiosa
como científica obra que tituló Gobierno civil y político de los animales, y en donde pueden aprenderse muchas cosas que tienen la doble ventaja de ser tan curiosas como falsas.
de ella se exigía, aguzó el hocico y metió, no la nariz, sino toda la
cabeza, hasta el esófago de la reina; estuvo así dos o tres segundos, y
después sacudiendo las orejillas y mirando al monarca unas veces, y
otras a la reina, dijo haciendo un gesto de contrariedad y de disgusto: