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Fairly Easy

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Donde el lector seguirá viendo más y más embozados, y al fin descansará en el término de esta primera parte de la historia

Ya era la media noche. Juana, cavilando aún con aquella misteriosa entrevista de su padre con Isabel, dejó su lecho y se encaminó por el jardín, presintiendo las emociones que debía experimentar dentro de unos cuantos instantes. Acercóse maquinalmente al mismo sitio donde había hablado con Mendoza; allí estaba un fuste de columna tendido cerca del estanque, forrado casi por el musgo: Juana se sentó en él, y esperó.
Sólo ella que tan bien conocía las avenidas y glorietas del jardín, pudiera haber llegado hasta aquel lugar sin extraviarse entre el ramaje; porque era tal la sombra, que no se veía ni el cielo ni la tierra.