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Fairly Easy

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Don Gaspar de Mendoza

Volvió Zapata a ampararse de aquella misma casa en cuya puerta fue sorprendido por los esbirros de Garduña. Grande fue la sorpresa que recibió Juana cuando la relación de la aventura de su padre le dio a conocer el gran peligro que amenazaba a Tetzahuitl; pero no fue menor su regocijo cuando pudo adivinar que un hombre, sin duda poderoso, amaba a la Dorantes con ese amor que se convierte en frenesí con los desdenes. ¿Y quién sería el nuevo amante? Juana lo ignoraba; pero se prometía encontrarle. Pensaba ponerse en observación desde aquel mismo instante, pues tenía grande curiosidad de conocer a ese hombre, de hablarle, de ayudarle, de unirse a él con toda el alma, para quitar a Tetzahuitl esa mujer que le hacía tan desapacible y tan ingrato. Una vez allanado el principal obstáculo, Juana pensaba que todo lo demás sería fácil, si se atiende al poder destructor que tiene la ausencia sobre el objeto del cariño. Además, contaba con su ternura, con su constancia, con su belleza, y en caso necesario, con los artificios ya vulgares en la coquetería del Viejo Mundo; pero no conocidos por los sencillos habitantes del Nuevo.
Juana continuaba al lado de Isabel. La primera disimulaba su aborrecimiento. La segunda, segura del afecto de Tetzahuitl, miraba a Juana con benignidad, y allá en el fondo la compadecía, meditando en ese abismo de dolor que deja en el alma de una joven la huella del primer desengaño.