Se abrió la puerta y apareció bajo el dintel un hombre con la cabeza descubierta y puesta la mano sobre la empuñadura de la espada.
Chirinos, al verle, experimentó cierta sensación de frío por toda la superficie de su cuerpo. La vela chisporroteó dando una luz más resplandeciente, y Salazar se puso en pie, murmurando una oración de San Bonifacio contra el príncipe de las tinieblas.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.