Continúase tratando del mismo asunto que en el anterior
Cortés sabía, a no dudarlo, que los oficiales reales eran todos sus enemigos; y sin embargo, Estrada y Albornoz, fueron nombrados por él gobernadores del reino.
Los hombres de gran corazón sueñan que los beneficios y la confianza tornan a los enemigos en amigos, y a los envidiosos en partidarios… santa ilusión, que por más que el mundo se empeña en desvanecer, el que la ha tenido una sola vez, no puede nunca dejar de sentirla.
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