-Por mi santiguada -decía un hombre que tenía toda la traza de soldado viejo y vicioso, a una mujer poco más o menos de la misma mala catadura-; que más fácil fuera volver estos reinos a Cuauhtémoc, que estar en paz con mujer como tú.
-Carguen los demonios contigo y con ese Cuauhtémoc, que tanto me dan a mí sus reinos como tú: buen par de bellacos seréis ambos, cuando te acuerdas de ese mal nacido.
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