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Fairly Easy

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Las burlas de la suerte

Llegó la noche… dieron las tres de la mañana… Un grupo como de dieciséis jinetes se detenía delante de la puerta del monasterio. El caballero que parecía el jefe de aquellos hombres, se apeaba, llegaba a la puerta y descargaba allí dos o tres golpes furibundos, con la mano aforrada por el guantelete.
Se abrió el indispensable postiguillo, y una voz soñolienta dijo saliendo entre un bostezo: