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De lo que Valenzuela y don Antonio de Benavides meditaron y ejecutaron con el marqués de Río Florido y con su hija

La herida de don Fernando apenas le obligó pocos días a guardar cama; regresó a entregarse al despacho de los negocios; el rey volvió a Madrid, y aunque todos interpretaron aquel acontecimiento como un señal de la próxima caída del valido, no se observó variación alguna en la corte.
Una noche don Antonio de Benavides se acercó a Valenzuela, que hablaba con varias personas, y le dijo en secreto: