En donde se refiere de qué manera consiguió el Señorito lo que deseaba
Don Guillén de Pereyra, con un nuevo traje y enteramente rasurado, parecía otro hombre. Había rejuvenecido diez años, y su aspecto era más bien el de uno de tantos estudiantes perdularios, que el de un hombre de sociedad; además, él procuró que los vestidos estuvieran en consonancia con el papel que quería representar.
Una vez equipado de esta manera, comenzó a rondar la casa de doña Inés, sin temor de ser ya conocido por ella.
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