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En el que se sigue tratando la misma materia que en el anterior

En el mismo momento en que doña Inés espantada con la presencia de los bandidos lanzó un grito y cayó desmayada, en la puerta de la estancia se escuchó otro grito semejante.
Era la Apipizca que arrojó el candil con que había alumbrado al Camaleón y a sus compañeros, y que desapareció rápidamente.