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Very Easy

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JORNADA SEGUNDA: ÁNIMA EN PENA

(TARDE de otoño. Un río tranquilo, espaciado en remansos bajo la
verde sombra de chopos y mimbrales. A las dos riberas, agros mellizos de
heno y de linar que, a par del río, se rizan con la brisa. Llueve
menudo, menudo, en una gran paz. Sobre la arena fuerte de la ribera, que
cruje desgranada, están sentados un hombre y una mujer. A su espalda,
abierta y vacía, la casa alzada con pedruscos, cubierta con paja de
maíz y envuelta en humo. Las figuras parecen muy lejanas en el cernir de
la lluvia menuda. Dos larvas en la orilla del río. Hablan de una manera
fugitiva y medrosa, como si quisiesen no alterar el reposo del paisaje,
la quietud de las hojas y del cristal del agua, la paz de todas las
cosas que dice la perfección del éxtasis y el sentido hermético y eterno
de la felicidad.)
ANXELO.- ¡Anima en pena, no me arremolines en tu
circulo! ¡Anima en pena, corita entre dos luces, no me implores con las
voces, con las manos no me hagas las cruces! Si me abrazares, caeríamos
los dos en el profundo Infierno. ¡Vaya si caeríamos! Caeríamos, porque
no soy un gran pecador y te arrastraría, ánima en pena. ¡No te
atolondres! Más te vale esperar, para el pago de la deuda que tengo
contigo, a que se descargue mi conciencia. ¡Tan cierto que te vale más!
¡Mírala, que está más negra que los cuervos, ánima en pena! ¡Yo haré mi
revelación! ¡Yo diré mi sanguinidad! ¡La palabra mía toda será de
verdad!. ¡Mi palabra, palabra será que hile el cáñamo de un dogal!